Papá de una fan


Cuando uno admira a alguien por lo que puede hacer, admira el talento que a ese le sobra y a uno le falta. Así, a todos nos gusta oír a un cantante, por ejemplo, y lo admiramos por lo bien que canta. La preferencia musical, de timbre de voz, la técnica vocal y demás yuyos, son meros detalles a la par de la maravillosa sensación de goce y disfrute estético al que uno se abandona.

Hoy, internet nos hizo partícipes de muchos descubrimientos de auténtico talento musical. Justamente, les quiero contar sobre Abraham Mateo, un chico que ya triunfó, que hoy tiene 17 años y es el youtuber cantante español más famoso.
Youtube tiene un poco esa magia de hacerte creer que uno es el que “descubre” un talento mientras navega solo recostado en la cama en calzoncillos. Sin embargo, hoy ya es un medio verdaderamente masivo.
Este chico cantaba excelente desde niño. Cantaba tan bien que fue elegido para hacer dos películas: una, que no recuerdo cuál fue, pero en la otra interpretó a Raphael de niño. Comenzó participando en distintos programas de talentos y apareció en los principales canales de España, como Tele 5, Antena 3 y tantos otros. 
A sus 11 años hizo un cover de uno de los temas más difíciles de Mariah Carey, Without you, en español. Lo hizo genial, casi tan bueno como el segundo gol de Maradona a los ingleses en el 86. No, definitivamente, no sabe lo que es desafinar. Toda mi familia conoce a este chico talentoso desde hace varios años ya: sabemos que su madre, profesora de piano, le hacía algunos arreglos; que él aprendió a tocar piano, guitarra y flauta; que él mismo edita sus videos; pero, sin lugar a dudas, su principal talento es cantar.
¿Cuán maravilloso puede cantar un niño a los 12 años?
Abraham me hizo conocer un tema de Celine Dion que se llama I surrender ("Me rindo" o "Me entrego"), una canción de amor. Obviamente, oírla interpretada por Celine es excepcional, pero para mí, oírla por Abraham, fue increíble.
Fue darme cuenta lo rápido que crece; fue apreciar lo agradable de su sonrisa al cantar; reconocer que es un artista innato; fue envidiar su disfrute por percibir la música de un modo muy superior al promedio de los mortales; fue entender por qué en el pasado hubo castratis: sencillamente, porque hubo gente que quiso asegurarse el placer -egoísta, por cierto- de disfrutar de una voz angelical tantas veces como quisieran. ¡Los castraban para salvar su voz!
Y luego, agradecí a Dios que haya habido alguien que inventara el registro sonoro en estéreo, la videocámara, la computadora, internet, Youtube... y que yo haya podido escuchar.
¡Cómo puede este chico cantar así, si es tan flaquito! ¿De dónde le sale tanta potencia, tanto aire?, si su pecho es chico. Pero es así. En esa pieza (I surrender) combinó falsetes, fuerza y dulzura en un rango vocal amplísimo. En el minuto 02:13 marcó la cancha como un Messi, nos da una catáfora musical que entusiasma. A los 02:48 creés que se va a quedar sin aire y acabás respirando profundo, como solidarizándote. Un poco luego, nos da 14 segundos de un tono que te espeluzna.
Escucharlo fue saber, tener la certeza de que si yo volviera a nacer, quisiera cantar como él.

***

Desde hace un par de años, quizás, que mis obligaciones no me permiten estar al pendiente de lo que hace Abraham. Igual, sé que cantó con su hermano, Tony Mateo, que también canta muy bien; que le cambió la voz, que ya grabó dos discos, que viajó a varios países, incluso aquí, Argentina; que se inclinó por el pop joven; que canta en spanglish y que entre sus dos canales en Youtube tiene más de 450 millones de visionados.
Lo sé porque a veces lo escuchaban mis hijos, a veces mi esposa, a veces yo. Pero hace poquito, unos días, descubrí que estoy suscrito a una de sus páginas de Youtube, porque un mensaje en mi celular me avisaba que “Abraham Mateo subió un nuevo video: Old School”. Me di cuenta de que fue mi hija adolescente, Grisel. Y ahora me enteré que ella es “abrahamer”; que probablemente conoce más de Abraham que de mí; que actuará en Córdoba el jueves 26 de noviembre de 2015; que le escribió una carta; que quería tanto viajar a verlo que se esmeró en ser la mejor alumna de su curso… 
En fin, ya no estaba pendiente de este españolito, pero no me había dado cuenta de que estaba perfectamente al tanto de todo lo que hacía. Tenía alguien que me informaba. No sabía que ese al que yo había escuchado tantas veces con admiración le prendó el corazón a mi hija. 
¡Cómo negarle a Grisel el viaje a Córdoba desde Tucumán! Al fin y al cabo, su admiración por Abraham es un poco mi admiración también.
Obviamente, ya está visto que de Abraham tengo celo de su talento como cantante, tanto como un recelo propio de un padre al que le cuesta aceptar que su hija ya no es una niña y hoy es una fan que está enamorada.
(Publicado 26/11/2016)




No hay comentarios: