Ody

Anoche estaba por guardar el auto en casa de mi madre y vi que en la calle, al borde del cordón, estaba durmiendo un perro caniche blanco de tamaño  mediano. Lo quise tocar, me acerqué, pero el animal se levantó y se alejó, mirándome muy desconfiado.
Hoy, al mediodía, fui hasta el quiosco de la esquina y volví a verlo, olfateando por aquí y por allá en veredas vecinas. El collar que tenía era de color rosa, supuse que era perra.
Cuando volví a la mesa del almuerzo familiar, convocada por el cumpleaños 42 de mi hermano, hice el comentario de ese nuevo perro de la cuadra.
Mi hijo Mauro, preguntó cuál perro era y coincidieron conmigo en la descripción, tanto mi madre como mi cuñada: que debía ser hembra, que debía estar perdida y que hacía como 5 días que andaba callejeando por la cuadra. Mauro contó que a su amigo, que vive por calle Colombia, a 7 cuadras de donde estábamos, se le había escapado su mascota, un perro.
Después de asegurarnos que el callejero era un macho, de hacer suposiciones, de preguntar y constatar, lo llevamos hasta la casa del amigo de Mauro. Efectivamente, se trataba de Ody, su mascota, que reconoció inmediatamente su hogar y entró corriendo a la casa lleno de felicidad.
Hicimos la buena acción del día.
¿Hasta dónde es casualidad? ¿Cuándo reconocer que algún evento es causalidad, casualidad o consecuencia?
Eso no puedo contestarlo aun.